Nouriel Roubini, uno de los economistas que predijo la crisis de 2008, anunció el día 9 de Mayo la ayuda del gobierno de España a Bankia (que en realidad era ya nacionalización), lo que aprovechó para indicar que a España le quedan dos telediarios para seguir la senda del rescate que antes habían seguido Islandia, Grecia, Portugal e Irlanda.
Roubini nos explica en este artículo que el rescate puede hacer ganar algún tiempo, pero incluso así, sin crecimiento económico no hay salida a medio-largo plazo, y eso requeriría una política monetaria más laxa y deflación, un euro más débil. Pero un euro débil implica la apreciación de otras monedas, monedas de países que no quieren perder la competitividad que esto implica, hasta el punto de que la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, hace un par de meses le dijo a Angela Merkel que no querían el dinero barato de los países ricos, en clara alusión a este tipo de políticas. La salida a esta situación, bajo los parámetros actuales, es un crecimiento económico que, ni es previsible, ni cambia en esencia el sistema que nos ha traído a este punto.
El proceso de conversión de deuda privada en deuda pública parece inexorable. Mientras los ciudadanos tenemos que sufrir el desmantelamiento del estado del bienestar y el espolio de lo público, los bancos reciben todo el dinero público que necesitan. Decir que el poder financiero está dictando la política, cualquiera que sea el partido que gobierne, empieza a ser un lugar común.
Paralelamente, el dinero, como tecnología, sigue su evolución. A principios de marzo, en el Mobile World Congress de Barcelona, quedó de manifiesto que una de las grandes esperanzas para el crecimiento del sistema económico en el futuro es la bancarización de las dos terceras partes de la población mundial, que aún no están en el sistema bancario. Y esto se va a producir con la colaboración de las operadoras telefónicas y gracias a los sistemas de pago por móvil. Telenor, Telefónica, Vodafone, y otras operadoras anunciaron que tienen ya sus servicios de pago por móvil listos para colonizar Asia, África y América Latina.
El mismo día 10 de mayo, en que toda la prensa cubría la noticias de la nacionalización de Bankia, el País publicaba un artículo sobre el pago por móvil titulado: “Una economía sin dinero”, originalmente publicado en el New York Times, en el que se mencionan no solo a las operadoras de telecomunicaciones sino a otros sistemas como Google Wallet. Estos dos fenómenos, la hegemonía del poder financiero y la evolución en la tecnología del dinero, aparecen desconectados, en páginas diferentes de la misma prensa económica. Es como si la crisis financiera no hubiera tenido ninguna relación con cambios esenciales en el sistema monetario como fue el abandono del patrón oro en 1971, o la progresiva digitalización de los medios de pago. Sin embargo, estos cambios tecnológicos han cambiado la esencia del dinero y, por lo tanto, muchos de los supuestos de partida de los modelos económicos que nos gobiernan ya no son correctos.
La evolución tecnológica del dinero y del crédito no va a parar y no parece que ni una sola de las ventajas que pueda aportar esa tecnología a la sociedad (que son bastantes) se quieran aplicar a modificar los principios de funcionamiento del sistema monetario y financiero para cambiar alguna de las circunstancias actuales: el sometimiento que sufrimos ante el poder financiero o el imperativo de crecimiento del sistema económico. Tal vez valdría la pena explorar la posibilidad de que la crisis financiera tenga su origen en los principios fundamentales del sistema monetario y financiero. Keynes lo hizo.