El pasado miércoles 30 de octubre se emitió el reportaje titulado “Moneda virtual, moneda alternativa” en TV3, en el cual se presentó el proyecto Eurocat.
Está principalmente en catalán. Aquí os lo dejo:
Categoría: Innovación
Proyecto Eurocat
Estamos creando la web del proyecto Eurocat. Un proyecto destinado a crear una moneda posindustrial en Cataluña. La web estará accesible en el dominio www.euro-cat.cat dentro de muy poco tiempo. Os mantendré informados.
Monedas de cambio RTVE2
Documental “Monedas de cambio” emitido ayer en la RTVE2, en el que aparezco, junto con otros muchos amigos. Excelente trabajo de síntesis: entretenido e informativo. Espero que os guste.
¿Crisis financiera o crisis monetaria?
A continuación copio uno de mis artículos, publicado recientemente en la nueva revista Alternativas Económicas. Esta revista acaba de abrir sus puertas en España, tras 32 años de andadura en Francia como Alternatives Economiques.
¿Crisis financiera o crisis monetaria?
Susana Martín Belmonte – Firma invitada
Alternativas Económicas
Agosto 2013
Desde hace 5 años no hacemos otra cosa que hablar de la crisis financiera, sus causas y posibles soluciones. Una de las cuestiones que han quedado claras es que la crisis financiera se desencadenó a causa de la forma irresponsable en que las entidades financieras prestaron dinero en la época que va desde el año 2001 al 2007. Y esto se refiere tanto al perfil del inversor como al objetivo de la inversión, que fue en gran medida la especulación inmobiliaria.
No hay más que revisar los augurios de aquellos que predijeron la crisis de 2008. Todos advirtieron el peligro que había en la gran burbuja de deuda que se estaba creando. Economistas como Steve Keen, Nouriel Roubini, Dan Baker, técnicos del Banco de España o el ecologista Ramón Fernández Durán, por poner solo algunos ejemplos, están entre ellos.
También está probado que esta gran burbuja de deuda fue sobre todo una burbuja de deuda privada, salvo en algunos países como Grecia. Este es el caso de países como España, Estados Unidos, Irlanda y Reino Unido.
Por lo tanto, la cuestión estriba en qué criterios se han seguido para asignar el crédito privado, por qué son erróneos y cómo podrían mejorarse.
Cuando pensamos en el crédito, mentalmente visualizamos a un ahorrador depositando el dinero en el banco y a un inversor tomando un préstamo del banco. Aquí empieza el error. Se supone que el dinero ya existe y por eso se presta, lo cual es falso.
En general la gente no sabe cómo se crea el dinero. Pero esta cuestión se elude, como si fuese un detalle sin importancia y, en lo relativo a la forma de prestar ese dinero cuyo origen se desconoce, se asume que se presta el dinero que ya existe, pues la lógica dicta que no se puede prestar lo que no existe.
El dinero existe porque se presta
Sin embargo, como tantas veces ocurre, la realidad es contraintuitiva: el dinero no se presta porque ya existe, sino que existe porque se presta. El sistema bancario crea la mayor parte del dinero en circulación al otorgar préstamos. Prestar es la forma de crear una gran parte del dinero en circulación: el dinero bancario. El sistema financiero forma parte del sistema monetario. Aquí radica la importancia del sistema monetario. Los aspectos esenciales respecto a cómo se presta el dinero no se cuestionan, pues desde este falso punto de partida (o sea: se presta el dinero que ya existe) es fácil dar por buena toda una justificación de cómo funciona la asignación de crédito, que es igual de falsa: el ahorro debe ser trasladado a la inversión, la función de los bancos es hacer de intermediarios entre ahorro e inversión, hay que incentivar a los ahorradores con el pago del interés para que presten su dinero… Toda esta serie de ideas que no corresponden a la realidad sirven aún de base de razonamiento para diagnosticar el problema financiero y buscar soluciones. No es sorprendente que las propuestas resultantes no estén resolviendo nada.
Para detallar más lo equivocada que está la opinión generalizada respecto al funcionamiento del sistema crediticio citaremos, por ejemplo, a Jaromir Benes y Michael Kumhof, dos economistas del Fondo Monetario Internacional que han escrito, a título personal, un artículo titulado: The Chicago Plan revisited, en el que proponen un nuevo sistema monetario. En dicho artículo se describe en detalle el funcionamiento del sistema actual y se declara, citamos textualmente:
“En el sistema monetario actual (…) los cambios en los agregados monetarios de una nación dependen de si los bancos tienen voluntad de crear depósitos. Y los bancos crean (o destruyen) depósitos cuando crean (o destruyen) préstamos bancarios.”
“La función fundamental de los bancos en las economías modernas no es la, bastante accesoria, de hacer de intermediarios entre depositantes y prestatarios, sino su función central como creadores y destructores de dinero”
“la recomendación tan escuchada, de que para generar los adecuados niveles de inversión la economía tiene que generar suficiente ahorro, está fundamentalmente equivocada, porque el sistema crediticio creará el ahorro junto con la inversión [al prestar el dinero].”(Traducción de la autora)
Solucionar y prevenir las crisis financieras consiste en prestar (crear) el dinero bajo otros criterios y esos nuevos criterios son mucho más fáciles de concebir prescindiendo de los principios falsos que hemos mencionado y considerando las verdaderas posibilidades a nuestro alcance, que son mucho más amplias de lo que parece. Posibilidades que ya se están concretando en propuestas para reformar el sistema monetario, como la que acabamos de citar.
La ‘R-economía’
La propuesta que yo aporto se llama R-economía. Se trata de un sistema monetario con dinero digital nominativo (anotaciones en cuenta a las que se accede por medios telemáticos), que se crea sin intereses para nutrir la economía productiva, y que permite crear una economía real no especulativa. Esta propuesta está detallada en mi libro: Nada está perdido. Un sistema monetario y financiero alternativo y sano (Icaria 2011).
Otras iniciativas proponen la reforma monetaria por la vía de la creación de monedas paralelas o complementarias. El execonomista jefe del Deutsche Bank, Thomas Mayer, propuso en 2012 la creación de un sistema monetario paralelo para solventar los problemas de los países periféricos de la Unión Europea. Su propuesta para Grecia, concretamente, es una moneda paralela denominada GEURO. Más información en este documento publicado por la BVMW (Asociación alemana de pymes) (página 65).
Junto con Thomas Mayer, otros economistas han firmado una declaración en la que defienden la creación de monedas paralelas o complementarias como solución a los problemas de las economías en dificultades de la zona euro.
Pero esta tendencia no es solo el resultado de los problemas monetarios de la zona euro. Las monedas alternativas han sido tradicionalmente la solución en momentos de escasez monetaria. En Suiza hay una moneda complementaria llamada Wir que está en funcionamiento desde 1934, cuando un grupo de empresarios suizos la pusieron en marcha para combatir la Gran Depresión. Hoy la usan más de 60.000 pequeñas y medianas empresas locales. Hay estudios que atribuyen a esta moneda la estabilidad de la economía productiva suiza.
En Brasil, el banco central ha decidido apoyar la creación de monedas complementarias, después de comprobar los beneficiosos efectos que tuvo la creación de una moneda social en la zona de Fortaleza por parte de una asociación, una institución que después se ha denominado Banco Palmas.
En la ciudad de Bristol en UK se ha puesto en marcha una moneda paralela (Bristol Pound). El alcalde de dicha ciudad ha decidido cobrar el 100% de su sueldo en dicha moneda.
Las cripto-monedas
Junto a esta tendencia, más bien social, cuyo objetivo es encontrar soluciones monetarias en el marco de la recesión, también existen otras soluciones monetarias innovadoras que merecen una categoría aparte. La más destacada serían las denominadas cripto-monedas, como el bitcoin, que se crean desencriptando código informático. Son monedas P2P que tiene la capacidad de escapar al control de los gobiernos, en las cuales el componente social se reduce a aceptar formar parte de la comunidad que las usa. Más información en este enlace: http://yanisvaroufakis.eu/2013/04/22/bitcoin-and-the-dangerous-fantasy-of-apolitical-money/
Y no podemos olvidar las monedas corporativas que ante todo buscan el beneficio de las empresas que las crean. Amazon ha creado el Amazon Coin para consumir aplicaciones y servicios en entorno del kindle fire. Facebook y el entorno virtual Second Life, también crearon sus propias monedas en el pasado. Las millas aéreas y los programas de fidelización que permiten ganar puntos canjeables por una serie de productos con el consumo de productos o servicios de una determinada marca no dejan de ser sistemas monetarios paralelos, y la tendencia es que sigan creciendo.
A pesar de que la falta de liquidez es el motivo dominante para el uso de monedas alternativas, el verdadero reto no es tapar el agujero de liquidez que sufre actualmente la economía real. Argentina, en la época del corralito, generó numerosos esquemas de intercambio con unidades de cuenta complementarias. Pocos de ellos sobreviven, por desgracia, y la fórmula para asignar el crédito, en la mayor parte del mundo, sigue siendo esencialmente la misma. Una fórmula que, como se ha demostrado, ha sido la causa de la Gran Recesión en la que estamos. El verdadero reto es la reforma monetaria, crear un sistema monetario y financiero que, además de ser un parche de liquidez en la situación actual, pase de lo coyuntural a lo estructural, y constituya una forma diferente de asignar el crédito, una forma diferente de crear el dinero que no provoque crisis financieras, recesiones ni todos los demás problemas que genera el sistema monetario actual, que van mucho más allá de lo descrito en este artículo.
Original publicado en Alternativas Económicas
Innovación monetaria: El Bitcoin es más rentable que Apple
El valor del Bitcoin está subiendo como la espuma. Este sistema monetario alternativo está ganando defensores y detractores gracias a la revalorización que está experimentando (más de un 200% desde enero) pero es, ante todo, una muestra de la innovación disruptiva que supone el dinero digital.
Un lector bien informado me hace llegar este vídeo de Max Keiser sobre el Bitcoin. El Bitcoin es un sistema monetario de dinero digital, anónimo, opaco, difícil (o imposible) de fiscalizar, perfecto vehículo de especulación y una herramienta excelente para cualquier mercado negro. Pero también es una moneda que se crea sin intereses y de forma descentralizada: dinero P2P, que mantiene su valor gracias a una estudiada escasez auto-impuesta de antemano. Obtener Bitcoins es posible comprando los ya existentes o creándolos mediante una desencriptación de código que exige una capacidad de procesamiento informático creciente y, por lo tanto, cada vez más difícil de alcanzar: la estructura de poder que revela esta forma de creación monetaria es que quien más dinero o más capacidad de procesamiento tiene, más Bitcoins puede obtener, lo cual no me parece muy progresista desde el punto de vista social.
Como dije en mi última presentación el 7 de marzo de 2013, como invitada en el foro de ideas de ICV , la transformación del sistema monetario va a ocurrir, con o sin políticos. El sistema bancario es una de esas industrias cuyo producto se ha convertido en un activo digital. Para muchas de ellas, la digitalización ha supuesto una innovación muy disruptiva en su modelo de negocio. La convulsión sufrida por la industria de la música o la prensa son claros ejemplos. No hay ninguna razón para pensar que no vaya a darse en la industria bancaria, en donde la masa monetaria es cada vez en mayor medida digital (entre un 80% y un 97%, según los países).
El sistema monetario actual es un impedimento para la soberanía popular. Esta es una de mis tesis fundamentales y el principal argumento para proponer la R-economía, el sistema monetario y financiero alternativo y sano que publiqué en Nada está perdido a principios de 2012, o cualquier otra variante que pueda surgir de la ciudadanía. El Bitcoin no lo es. Sin embargo, establece un precedente. Es una primera dentellada al modelo de negocio del monolítico sistema monetario y financiero hegemónico.
A pesar de que existen más de 4.000 sistemas de monedas alternativas o complementarias en el mundo (en España casi 150 y más de 300 bancos del tiempo), estos apenas han acaparado la atención de los medios, pues se trata de monedas sociales, que huyen de la especulación y la usura: no muy noticiables, según los criterios actuales de una gran parte de la prensa. Pero el Bitcoin ha subido de precio un 200% solo en este año, se está convirtiendo en un activo financiero más valioso que cualquier moneda convencional como el Euro o el Dólar, y ese es un logro con el que ya puede empezar a competir por las primeras planas de los medios financieros y generalistas.
Por más que parezca irreductible, el sistema monetario y financiero actual se encuentra en una posición “vulnerable” desde un punto de vista evolutivo. El cambio de circunstancias que ha tenido lugar por el cambio en el estado de la tecnología en la industria es muy probable que sea tanto o más decisivo para su caída que toda la indignación que ha provocado en la sociedad con las innumerables pruebas de despotismo que ha protagonizado.
La tecnología lo permite y las circunstancias socio-económicas lo exigen. El sistema monetario y financiero va a transformarse de forma decisiva. La cuestión es si en algún momento, alguna moneda de las que está poniendo en marcha la ciudadanía, con criterios sociales como el control social del crédito, se hará lo suficientemente potente como para eclipsar a la moneda convencional también, o si serán iniciativas como el Bitcoin, en las que la justicia social brilla por su ausencia, las que cambien para siempre nuestro sistema económico. Probablemente, ambas cosas ocurrirán.
La reputación es el dinero de la nueva economía
Aprovechando el ilustrativo vídeo de Rachel Botsman en TED que incluyo más abajo (gracias a Albert Cañigueral por difundirlo) , me gustaría escribir sobre la necesidad de recuperar la reputación como valor social, pues la reputación es esa pieza que falta en la sociedad y que necesitamos para poder poner en marcha un control social del crédito.
Hay muchas razones por las que un ciudadano tiene derecho a exigir el control social del crédito. La más evidente es que el riesgo financiero es público. Por ejemplo, parece que los españoles tenemos que pagar con nuestros impuestos la deuda que el sistema financiero no pueda devolver a sus acreedores (además de sufrir la crisis de la economía real que ha generado ese sistema en términos de quiebras, desempleo, etc.). Si esto es así, sería lógico que la ciudadanía hubiese sido consultada en el momento en que las entidades financieras tomaron la decisión de financiar masivamente el sector inmobiliario, que es lo que les ha llevado a esta situación que ahora tenemos sobre nuestras espaldas. El hecho de que el riesgo financiero sea público implica que las decisiones relativas al riesgo financiero pertenecen al público por derecho.
Sin embargo ¿cómo articular ese control social del crédito? Que la ciudadanía tenga derecho al control del crédito no quiere decir que tenga herramientas para tomar adecuadamente esas decisiones. Y es ahí donde entra la reputación. En el pasado, la reputación de una persona era su mayor activo. La gente hacía honor a su palabra por ética pero también porque cumplir la palabra significaba tener la confianza de la comunidad, significaba tener crédito, literalmente, y todos los beneficios asociados a él.
El crédito hoy depende de cuánto valgan tus propiedades y otros activos, y de cuán líquidos sean éstos. La sociedad civil puede desarticularse hasta el completo anonimato mutuo, porque da igual. La reputación se ha perdido como valor social, pero no es que se haya perdido totalmente. La reputación sigue viva: está en los informes de riesgo crediticio que usa el sistema financiero. Allí aparece cualquiera que deje de pagar un recibo. Es información que manejan generalmente los bancos, porque son los que dan el crédito.
Lo que explica Rachel Botsman a continuación significa la democratización de los informes de riesgo crediticio, la vuelta del control de la reputación a manos de la sociedad, no solo del consumo de la reputación, sino de su generación. Este retorno se lo debemos a la incipiente tendencia del consumo colaborativo.
Ya que el vídeo de momento solo está en inglés, haré acopio de las citas más interesantes:
La reputación es lubricante socio-económico que hace que el consumo colaborativo sea funcional y escalable.
La reputación será el dinero que dice que puedes confiar en mí.
Una buena reputación puede ser usada para comprar cooperación de los otros, incluso de gente que nunca hemos conocido.
Creo que estamos a punto de iniciar una revolución colaborativa que será tan significativa como lo fue la revolución industrial.
Y la mejor:
En el siglo XX, la invención del crédito tradicional trasformó nuestro sistema de consumo y, en gran medida, controlaba quién tenía acceso a qué. En el siglo XXI, nuevas redes de confianza, y el capital-reputación que generan, reinventarán la forma en que concebimos la riqueza, los mercados , el poder y la identidad personal, en formas que no podemos ni siquiera imaginar.
Soberanía financiera ciudadana
Compartir moneda es colaborar
La soberanía financiera ciudadana se traduce en una serie de derechos que se derivan de nuestra pertenencia a un sistema económico, igual que los derechos humanos se derivan de nuestra condición humana y nuestros derechos civiles se derivan de nuestra pertenencia a una determinada sociedad nacional. Nuestra condición de «engranajes» del sistema productivo, de miembros de la economía de mercado en la que participamos como trabajadores, empresarios o consumidores tiene que ser elevada a una condición no servil que nos permita adquirir control sobre nuestro destino. Estos derechos se podrían formular así:
• El derecho de toda la población al trabajo y a acceder al tiempo libre generado por los aumentos de productividad que nuestras sociedades han ganado. No hay razón para el desempleo.
• El derecho a participar en la formación del futuro de nuestras sociedades, participando en el proceso de configurar los criterios para la financiación en nuestra moneda. Ya que el riesgo de la financiación es público, a todos nos corresponde el derecho a tomar parte en su gestión, especialmente en los principios que lo determinan.
• El derecho a no colaborar en un sistema monetario y financiero que exige el crecimiento infinito del sistema económico y, como consecuencia, con la destrucción del planeta y la sobre-explotación de la raza humana.
• El derecho a no colaborar con actividades de fabricación de armas, tráfico de drogas, proxenetismo, especulación, corrupción, etc. a base de no compartir moneda con quienes las desarrollan. Tenemos derecho a no prestar nuestra energía vital a cualquier actividad cuyos resultados no nos interesen, desvinculándonos de la moneda que ellos utilicen.
• El derecho a renunciar al cobro de intereses por nuestro dinero, a cambio de no pagarlos cuando lo tomemos prestado y de someternos, en el uso del crédito, a los límites establecidos por los principios que el interés general determine.
Martín Belmonte, Susana. Nada está perdido (Icaria 2012) pag. 174
El poder financiero, una guía política
En el número 118 de agosto de 2012 de la revista PAPELES de relaciones ecosociales y cambio global aparece un artículo mío con el título de este post. Está disponible en: http://bit.ly/SiTdOy
– Reflexiones en torno a Polanyi y la actual crisis capitalista. Nancy Fraser.
ESPECIAL. ALTERNATIVAS II. CONCRETANDO DEBATES
– Crisis económica y ecológica: causas, causas profundas, soluciones. David Schweickart.
– Alternativas al sistema monetario actual: un breve repaso. Óscar Anchorena, Irene García De Yébenes, Carmen Madorrán, Carlos Martínez Núñez, José M. Naredo.
– El poder financiero. Una guía política. Susana Martín Belmonte.
– Reparto del trabajo y modelo social. Albert Recio.
– El stock de viviendas vacías como resultado de un proceso de producción espacial vinculado al «modelo urbano de la renta del suelo». Alfonso Álvarez Mora.
– Afrontar la crisis a la islandesa: ¿un cuento o una realidad? Pablo Aguirre Carmona y Nuria Alonso.
– Impuesto sobre transacciones financieras: un imperativo para los derechos humanos. AWID, CIVICUS, Center for Economic and Social Rights, Center of Concern, DAWN, ESCR-Net, IBASE, Norwegian Center for Human Rights, Social Watch.
– Alternativas a un transporte petro-dependiente. Paco Segura.
– Mercado Social: construir y experimentar proyectos económicos alternativos. Toño Hernández.
– El 15M y la razón indignada. Josep Maria Antentas y Esther Rivas.
– Los derechos humanos ante las crisis capitalistas. Guillermo García.
PANORAMA
– Ataque a los comunes: el caso de la costa. José Antonio Errejón y Fernando Prieto.
– La PAC, una política de subvenciones a la industria alimentaria. Ferrán García Moreno.
ENTREVISTA
– Entrevista a Raúl Zibechi. Por José Luis Fernández Casadevante
– Entrevista a Carlo Petrini. Por Monica di Donato
Innovación y su impacto en el empleo
La suposición de que la innovación genera empleo no se cuestiona. El cambio de modelo productivo que todas las fuerzas políticas proponen como gran solución al desempleo y motor de un crecimiento sostenible, se basa en ella . Sin embargo, hay muchas posibilidades de que tal suposición sea falsa.
Se ha visto que en España, la innovación ha tenido un impacto positivo en el empleo en las décadas de los 90 y el primer lustro de 2000, pero los tiempos han cambiado. No perdamos de vista lo qué está ocurriendo hoy en la economía más innovadora del mundo, los EE.UU. De acuerdo al artículo ¿Se puede salvar a la clase media? publicado recientemente en Atlantic Montly, resulta que la innovación ya no es la gran solución al problema de la creación de empleo en EE.UU.
Según el Economista Michael Mandel, Estados Unidos ya no aprovecha los frutos económicos de sus innovaciones durante tanto tiempo como antes. Conocimiento, I + D y know-how se deprecian más rápidamente ahora que hace siquiera 15 años, ya que la comunicación global es más rápida, las conexiones están más perfeccionadas y el capital humano está más disperso que en el pasado.
Como resultado, los auges de la producción nacional terminan antes de lo que solían hacerlo. La producción de TI-hardware es un ejemplo. En 1999 la Oficina de Estadísticas Laborales estimaba que este sector crearía unos 155.000 nuevos puestos de trabajo en los EE.UU. Durante la década siguiente, la mano de obra en este sector se redujo en cerca de 500.000 puestos de trabajo. Los puestos de trabajo en procesamiento de datos también descendieron*.
Nuestra economía probablemente tardará poco en sufrir los mismos condicionantes y efectos adversos que EEUU. Por supuesto, esto no quiere decir que no haya que innovar. Sólo nos indica que el desempleo es un problema que no tiene solución en el modelo económico actual, salvo si se sigue el consejo del autor del mencionado artículo, Don Peck, y se imponen sanciones a China para que no mantenga su tipo de cambio infravalorado. Como esta solución está lejos de nuestra capacidad de influencia en el mundo, tendremos que pensar en otras posibilidades.
(*) La traducción es mía. Fuente: Can the middle class be saved? Sep. 2011 – Publicado en Atlantic Monthly.