Reflexiones sobre un moribundo: el mercado financiero

“No hay que rendirse a los mercados” es una frase acomodaticia que circula últimamente por doquier. Tampoco hay que rendirse a la ley de gravedad, por supuesto, y rebelarse contra ella ha dado algunos excelentes poemas. Volver la espalda a los mercados, me temo, no producirá buena literatura, pero sí, es seguro, empeorará la crisis y acabará por destruir todo el progreso económico alcanzado por los países europeos en los últimos años.

La cita es del escritor Mario Vargas LLosa en su último artículo en El País, Reflexiones sobre una moribunda, que sin duda merece un comentario, pues ilustran el principal desafío al que se enfrenta nuestra sociedad en estos momentos. Aquí tenemos a un gran escritor opinando sobre la actualidad económica de Europa y lo que nos dice es que la dictadura de los mercados financieros es la ley de la gravedad. Esto es exactamente aquello a lo que nos enfrentamos: El común de las personas informadas cree a pies juntillas esta afirmación.
Sin embargo la realidad es muy distinta. En primer lugar, las alusiones a “los mercados” en este artículo se refieren a los mercados financieros (capitales, divisas, derivados…). En ningún caso de los mercados de bienes y servicios. Meter a todos los mercados en el mismo saco es una protección que salvaguarda los mercados financieros, pues es difícil cuestionar a “los mercados” en global, cuando sí se pueden cuestionar, y mucho, los mercados financieros.  Por lo tanto, convendría que la denominación “los mercados” desapareciese de nuestro vocabulario cuando hablamos de la crisis financiera o la crisis de deuda pública que sufrimos. Hablemos de los mercados financieros.
Esta forma de organización social llamada capitalismo, cuyo cerebro es un sistema monetario y financiero que obliga al crecimiento permanente del sistema económico, se sale de toda lógica relativa a las leyes de la física, pues no tiene en cuenta los límites materiales del planeta, ni la irreversibilidad de numerosos procesos de la biosfera, ni la segunda ley de la termodinámica. Sin embargo, los imperativos que dicho sistema impone son tenidos precisamente por leyes de la naturaleza ante los que el ser humano es impotente.
Nuestro sistema monetario y financiero está casi grabado en nuestro ADN, hasta aquí podemos comprender la equivocación de este escritor. Me gustaría hacer un llamamiento a todas las personas que piensan de este modo para que reflexionen y busquen las verdaderas razones por las cuales la obediencia a los mercados financieros les parece un imperativo categórico. Estamos en una crisis. Es momento de ver las oportunidades que estas circunstancias nos ofrecen. Es momento de cuestionarlo todo, especialmente los mercados financieros, causa manifiesta de la crisis en la que estamos. No de apelar a leyes de la física que no lo son.
 

1 comentario en “Reflexiones sobre un moribundo: el mercado financiero”

  1. Atreverse a pensar es empezar a luchar.
    Si no modificamos nuestras ideas sobre lo que claramente vemos que es una falacia, estamos condenados a arrastrarnos frente a los idolos con pies de barro que nos muestran como dioses.

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